El 15% de los hombres adultos en el mundo sufren dolor pélvico crónico; el 8.2% experimentará síntomas de prostatitis en algún momento de su vida y más del 90% de estos tendrán síntomas de dolor pélvico crónico.

La prostatitis crónica o síndrome del dolor pélvico crónico es un trastorno muy común que cursa con dolor continuo en la zona pélvica y síntomas del tracto genitourinario. Muchas veces el paciente no es capaz de consultar con el médico sobre el dolor y la disfunción debido a que les resulta difícil y embarazoso, complicando su atención y disminuyendo progresivamente su calidad de vida.

La prostatitis se puede clasificar en cuatro principales categorías según el US National Institutes of Health (NIH):

• Prostatitis bacteriana aguda
• Prostatitis bacteriana crónica
• Prostatitis crónica/síndrome de dolor pélvico crónico
• Prostatitis inflamatoria asintomática

El diagnóstico a menudo no es claro y el tratamiento puede ser un desafío ya que varía según las diferentes causas y los síntomas derivados.

El agrandamiento benigno de la próstata no es el único factor a considerar ya que el sistema autoinmune, la inflamación, la sensibilidad miofascial, la neuroinflamación y los factores psicológicos también se relacionan con esta afección.

Existen diversas enfermedades y trastornos que pueden causar dolor pélvico pero el dolor también puede originarse cuando hay afección de los músculos, ligamentos y demás estructuras que componen el suelo pélvico. Los síntomas también pueden deberse a otra patología no relacionada con la inflamación prostática, la neuralgia del pudendo por compresión del nervio pudendo, que a menudo se diagnostica erróneamente y se trata como un síndrome del dolor pélvico crónico con resultados limitados; por lo que realizar un correcto diagnóstico puede ser todo un reto para el médico tratante.

Estudios recientes sugieren que muchas condiciones de dolor crónico, en especial la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica y el síndrome del intestino irritable comparten varios aspectos demográficos, clínicos y psicosociales, así como características subjetivas y objetivas relacionadas con el dolor y compatibles con el síndrome de dolor pélvico crónico, reflejando una posible fisiopatología primaria en común a investigar.

La disfunción de la articulación temporomandibular, las anomalías posturales, la asimetría del eje corporal y los trastornos musculares también contribuyen al desarrollo a largo plazo de síndromes de dolor intenso que también pueden reflejarse en el área urogenital.

Entre los principales síntomas característicos de esta patología están:

• Dolor perineal, en el pene, en el escroto
• Urgencia urinaria
• Frecuencia urinaria
• Dificultad para orinar
• Disfunción eréctil
• Dolor post eyaculatorio
• Dolor con los movimientos intestinales
• Dolor genital o de vejiga después de los movimientos intestinales (defecar)
• Estreñimiento
• Sensación de cuerpo extraño en el recto
• Dolor rectal al durante o después de defecar
• Dolor lumbar que se empeora al estar sentado

Tratamiento

Tratar el dolor pélvico crónico suele ser todo un reto; la persistencia del dolor, las molestias miccionales y el deterioro de la calidad de vida suelen derivar en ansiedad y sensación interminable de enfermedad. A menudo se requiere un tratamiento integral y multidisciplinario del manejo del dolor y las emociones.

El tratamiento puede mejorar los síntomas, pero muchas veces tienden a reaparecer por lo que el control con los especialistas debe ser constante.

Los tratamientos médicos mas usados suelen ser antiinflamatorios, alfabloqueadores, ansiolíticos, láser de próstata, inyección de toxina botulínica y otros relajantes musculares.

Tratamiento mediante fisioterapia

Un diagnóstico médico certero es la clave para poder desarrollar un tratamiento específico y personalizado adecuado a las necesidades del paciente.

Entre las principales técnicas que solemos usar en el tratamiento de la prostatitis crónica o síndrome del dolor pélvico crónico están:

• Masaje intracavitario
• Biofeedback
• Acupuntura y electroacupuntura
• Neuromodulación del tibial posterior
• Hipertermia, radiofrecuencia, tecarterapia
• Ondas de choque de baja intensidad
• Liberación de puntos gatillos miofasciales
• Inducción miofascial
• Terapia manual de la articulación temporomandibular
• Terapia manual del diafragma
• Control postural
• Ejercicios de Kegel inversos
• Técnicas de relajación del suelo pélvico

En nuestras terapias llevamos a cabo técnicas analíticas y globales para poder abarcar todos los tejidos que puedan estar relacionados con la sintomatología de manera directa o indirecta procurando un abordaje integral. 

El tratamiento suele requerir varias sesiones y puede ser un proceso lento; a menudo solemos recomendar el uso de aparatos de electroterapia, previo entrenamiento, para usar en casa y así poder complementar las sesiones sobre todo para casos en los que suelen reaparecer los síntomas tras largos períodos de mejoría.

El tratamiento mediante la fisioterapia debe ser complementado con el trabajo de otros especialistas como lo son el médico urólogo, el psicólogo, el nutricionista e incluso en algunos casos el neurólogo con el fin procurar la mayor taza de éxito y evitar al máximo posibles recidivas.

 

Autora: Carla Villalobos, fisioterapeuta especialista en suelo pélvico

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Referencias bibliográficas

 

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