Fisuras anales

Una fisura anal es un desgarro de la mucosa que se profundiza hasta el esfínter anal interno; se clasifican en agudas cuando duran menos de seis semanas o crónicas cuando persisten por más de seis semanas.

Normalmente se producen en la parte medial posterior del ano, aunque también pueden localizarse en la parte anterior, en menor medida.

La incidencia de padecer fisuras anales a lo largo de la vida es de alrededor del 11%, con hombres y mujeres igualmente en riesgo. También pueden producirse en niños.

El diagnóstico debe llevarse a cabo por un especialista en proctología ya que a menudo esta patología es confundida con hemorroides.

Síntomas

Las fisuras anales no tratadas pueden provocar abscesos o fístulas, pero además pueden conducir a impactación fecal cuando los pacientes evitan defecar por el dolor tan intenso que se produce.

Los síntomas más frecuentes son:

  • Dolor durante la defecación, pero sobre todo aparición de dolor después de defecar que se puede prolongar hasta varias horas después de haber defecado
  • Puede o no producir sangrados manchado  el papel al limpiarse y/o en las heces)
  • Espasmos reflejos del ano que dificultan la defecación
  • Un bulto pequeño o un fibroma blanco en la piel cerca de la fisura anal (hemorroide centinela  o pliegue cutáneo centinela)
  • Picor anal
  • Escozor
  • Sensación de quemazón

Causas

Si bien muchas veces la causa es desconocida, las fisuras anales pueden producirse cuando se evacúan heces grandes y duras, por estreñimiento crónico, defecar con esfuerzo (pujando), por diarrea crónica, sexo anal, enfermedades inflamatorias intestinales (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa), cáncer anal, cáncer de colon o por medicamentos (quimioterapia); también pueden ser producto de espasmos musculares del esfínter anal interno que terminan provocando una isquemia resultante en una úlcera isquémica en el canal anal.

Suelen ser muy frecuentes en el postparto y en casos de hipertonías crónicas severas del suelo pélvico.

Tratamiento médico

La mayoría de fisuras anales mejoran con tratamientos conservadores tales como optimizar la ingesta de fibra, usar ablandadores de heces, realizar baños de asiento con agua tibia, aplicar medicamentos (anestésicos, relajantes musculares) o mediante inyecciones de toxina botulínica.

Parte  importante del tratamiento para ayudar a cicatrizar las lesiones consiste en modificar los hábitos alimenticios procurando una dieta rica en fruta, verduras y vegetales, además de evitar bebidas alcohólicas, gaseosas y comidas picantes o muy especiadas.

Es importante modificar la consistencia de las heces en aquellos casos con tendencia a heces muy duras o muy líquidas ya que ambos casos pueden producir fisuras anales, evitar que cicatricen o provocar recidivas.

La cirugía ELI (esfinterotomía lateral interna) puede ser necesaria en aquellos pacientes en que existan complicaciones como la imposibilidad de curación, la recurrencia o un desgarro que se extienda a la musculatura circundante.

Tratamiento mediante fisioterapia

Existen estudios científicos que avalan el uso de terapias mínimamente invasivas como opción a la cirugía con buenos resultados  o incluso previo a esta; buscan la curación a largo plazo y una baja tasa de recurrencia dentro de lo posible. Previo a cirugías logran disminuir los espasmos musculares para una óptima recuperación postoperatoria.

La neuromodulación es un tratamiento con una efectividad comprobada del 50 al 70% que reduce el dolor junto con el tiempo de cicatrización de las fisuras anales y que puede usarse para disminuir el número de pacientes que necesitan cirugía.  Cada caso debe ser analizado individualmente.

La estimulación del nervio tibial posterior modula indirectamente las raíces del plexo sacro que contiene fibras sensoriales, motoras y autonómicas. Los mecanismos de su efecto aún no se han aclarado por completo, pero los estudios apuntan a las acciones del sistema nervioso central que conducen a una activación inespecífica del sistema nervioso entérico; estas acciones conducen a una mejora en las deposiciones y un aumento del flujo sanguíneo de la mucosa rectal.

En esta técnica se utilizan dispositivos de electroterapia con una corriente específica y electrodos de aguja o adhesivos extracavitarios para realizar la estimulación del nervio siendo una terapia muy segura, sin efectos secundarios y no dolorosa.

Técnica neuromodulación del tibial posterior - Pelviana
                                               Técnica neuromodulación del tibial posterior

Otra de las técnicas usadas para ayudar a cicatrizar la fisura y eliminar el espasmo muscular es la TECARTERAPIA, la cual se aplica mediante una sonda intracavitaria con sensor de temperatura integrado.La tecarterapia (Transferencia Eléctrica Capacitiva y Resistiva) es una forma de terapia que usa las ondas de radiofrecuencia para tratar las patologías desde el interior del cuerpo consiguiendo reactivar y acelerar el proceso de reparación e incluso la respuesta antinflamatoria desde el interior del cuerpo.

La clave del tratamiento está en conseguir una relajación del suelo pélvico ya que gran parte del dolor es producto del espasmo (“contractura”) del esfínter anal interno; este espasmo altera el flujo sanguíneo, comprime los tejidos y complica la cicatrización de la lesión. Para lograr esta relajación, a estos procedimientos sumamos otras técnicas de terapia que se usan para tratar las fisuras anales como por ejemplo:

  • Inhibición miofascial
  • Ejercicios de respiración diafragmática
  • Biofeedback
  • Ejercicios de Kegel inversos
  • Acupuntura y electroacupuntura
  • Liberación de puntos gatillos miofasciales
  • Corrección de la técnica al defecar
  • Electroterapia analgésica
  • Dilatadores anales
  • Ejercicios de estiramiento global
  • Terapia manual 

Como coadyuvante del tratamiento se recomienda el uso de un taburete fisiológico en casa  para ayudar a mantener una postura que relaje el músculo puborectal y que favorezca la apertura del ángulo anorectal, esto facilita el mecanismo de defecación evitando el esfuerzo con el consecuente espasmo del esfínter. El uso del taburete ayuda a prevenir hemorroides y es muy efectivo para aquellas personas que padecen de estreñimiento.

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El tratamiento mediante fisioterapia por lo general requiere al menos 10 sesiones; es primordial la plena implicación del paciente en el tratamiento. Lo ideal es que la terapia acompañe al tratamiento médico ya que forma parte del tratamiento integral.

En caso de cirugía, la terapia previa ayuda a preparar los tejidos para la operación favoreciendo una mejor recuperación postoperatoria y para la prevención de hipertonías musculares.

En aquellos casos en que después de haberse operado aparezcan incontinencias, dolor pélvico crónico o dolor en la zona de la cirugía, la fisioterapia es bastante útil ayudando a controlar las hipertonías musculares, mejorando la elasticidad de la cicatriz,  previniendo el síndrome del elevador del ano, evitando recidivas y mejorando la calidad de vida del paciente.

 

Autora: Carla Villalobos, fisioterapeuta especialista en suelo pélvico

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Referencias bibliográficas

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