Cada semana llegan nuevos pacientes a consulta padeciendo disfunciones del suelo pélvico; en el 90% de los casos, el estrés actúa como un factor desencadenante o recidivante.
El estrés es una respuesta natural del cuerpo frente a situaciones desafiantes. A corto plazo activa el sistema nervioso simpático, preparando al organismo para reaccionar de manera efectiva; sin embargo cuando se mantiene de manera crónica, esta activación constante puede desregular los sistemas corporales, incluido el sistema musculoesquelético y visceral.
¿Qué es el suelo pélvico y cuál es su relación con el estrés?
El suelo pélvico es un conjunto de músculos, ligamentos y tejidos que sostienen los órganos pélvicos como la vejiga, el útero, la próstata, el recto y la uretra. Además de su función de soporte, está involucrado en procesos como la micción, la defecación, las funciones sexuales y el parto.
El estrés crónico activa el sistema nervioso simpático, conocido como el "modo de lucha o huida", esto provoca desequilibrios posturales, disfunciones en la coordinación neuromuscular y tensión muscular generalizada, incluso en los músculos del suelo pélvico. Con el tiempo esta contracción sostenida puede llevar a disfunciones ya que el tono muscular del suelo pélvico es algo constante y vulnerable a desequilibrios prolongados como por ejemplo a los estados de ánimo (enojo, tristeza, miedo, etc).
En el caso del suelo pélvico, el estrés crónico genera tensión muscular sostenida incrementando la liberación de hormonas como el cortisol, que afectan el tejido conectivo y empeoran los procesos inflamatorios, algo muy perjudicial en afecciones como endometriosis, síndrome de colon irritable, prostatitis crónica, vulvodinia, neuralgias, fisuras anales y otros.
Mecanismos de impacto
Hiperactividad muscular: el estrés puede provocar contracciones involuntarias o hipertono en los músculos del suelo pélvico causando dolor, dificultad para relajar la musculatura y problemas como síndrome del elevador del ano, dispareunia o estreñimiento.
Problemas en el control de esfínteres: el suelo pélvico juega un papel clave en la continencia; el aumento de tono por estrés puede manifestarse en incontinencia urinaria y urgencia miccional.
Disregulación nerviosa: la activación continua del sistema nervioso simpático interfiere con la función parasimpática, necesaria para la relajación y el correcto funcionamiento de esfínteres y órganos pélvicos.
Disfunción nerviosa: el estrés crónico puede sensibilizar los nervios pélvicos, lo que amplifica la percepción del dolor y contribuye a condiciones como vaginismo, prostatitis crónica e incluso cistitis intersticial.
Inflamación y tejido conectivo: el cortisol elevado (hormona del estrés) altera la reparación del colágeno y favorece estados inflamatorios crónicos, debilitando las estructuras de soporte empeorando los prolapsos.
Alteraciones en la respiración: el estrés afecta la respiración llevándonos a patrones superficiales o torácicos. Esto reduce el movimiento del diafragma, que está interconectado funcionalmente con el suelo pélvico. Como resultado, se altera la coordinación entre la respiración y la relajación del suelo pélvico empeorando los espasmos musculares e incluso causando tención mantenida.
Relación mente-cuerpo: las emociones reprimidas y el estrés mental tienden a somatizarse en el cuerpo, especialmente en áreas como el abdomen y el suelo pélvico.
Enfoques terapéuticos integrales para el manejo del estrés
Para abordar eficazmente la disfunción del suelo pélvico relacionada con el estrés, es fundamental adoptar un enfoque holístico mediante:
- Educación y consciencia: aprender sobre la conexión entre estrés y suelo pélvico ayuda a reducir la ansiedad y fomenta el autocuidado.
- Técnicas de relajación: prácticas como la respiración diafragmática, el yoga terapéutico y la meditación mejoran la activación del sistema nervioso parasimpático.
- Terapia manual y ejercicios: La fisioterapia de suelo pélvico ayuda a reducir el hipertono muscular, mejorar la movilidad de los tejidos y restaurar la función. Los ejercicios terapéuticos enfocados en relajar el suelo pélvico como por ejemplo los estiramientos y Kegel inversos ayudan a normalizar el tono muscular favoreciendo el equilibrio funcional correcto.
- Biofeedback y electroterapia: herramientas como el biofeedback permiten al paciente identificar y controlar la actividad muscular, promoviendo una mejor regulación mediante el aprendizaje.
- Psicoterapia: En casos de estrés crónico severo, la intervención psicológica es clave para tratar las causas subyacentes. No olvidemos que las emociones y estados de ánimo se pueden somatizar causando o empeorando las hipertonías musculares.
- Higiene del sueño: establecer una rutina de sueño adecuada, mantener horarios regulares, evitar el uso de pantallas antes de acostarse y crear un ambiente propicio para el descanso, puede reducir significativamente los niveles de estrés y mejorar la capacidad de relajación general.
- Alimentación adecuada: La alimentación juega un papel crucial en el manejo del estrés ya que puede ayudar a reducir la inflamación sistémica y regular los niveles hormonales. Una reducción de la inflamación se traduce en una reducción de los síntomas sobre todo del dolor.
Para reducir el cortisol de manera natural y equilibrar el sistema nervioso, puedes incorporar hábitos saludables en tu día a día:
Técnicas de relajación y respiración
- Respiración diafragmática o abdominal: inhalar profundamente por la nariz, expandiendo el abdomen, y exhalar lentamente por la boca ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático, reduciendo el estrés. Intenta tomar aire contando hasta 5 y soltar el aire contando hasta 5.
- Meditación y mindfulness: practicar 10-15 minutos al día puede disminuir la producción de cortisol y mejorar la respuesta al estrés.
- Ejercicios de relajación del suelo pélvico: la hipertonía perineal puede estar relacionada con el estrés. Técnicas como la respiración con enfoque en la pelvis y los estiramientos suaves ayudan a relajar esta zona. Más sobre ejercicios de relajación aquí.
Ejercicio físico adaptado
- Ejercicio de baja o moderada intensidad: caminatas, yoga o Tal Chi son ideales para reducir el cortisol sin generar una respuesta de estrés adicional.
- Evitar el sobreentrenamiento: entrenar en exceso o con una intensidad muy alta sin suficiente recuperación puede elevar el cortisol.
Alimentación equilibrada
- Priorizar proteínas, grasas saludables y carbohidratos complejos: ayudan a mantener estables los niveles de azúcar en sangre, evitando picos de cortisol.
- Incluir omega-3: presente en pescado graso, chía y nueces, tiene efecto antiinflamatorio y ayuda a regular el estrés.
- Evitar el exceso de cafeína y azúcar: pueden aumentar el cortisol si se consumen en exceso.
Dormir bien
- Mantener una rutina de sueño regular (de 7 a 9 horas por noche).
- Evitar pantallas antes de dormir y crear un ambiente relajante en la habitación.
Cuidado emocional y contacto social
- Pasar tiempo con seres queridos y mantener una buena red de apoyo reduce el estrés.
- Terapias manuales como masajes o técnicas de liberación miofascial pueden ayudar a relajar el cuerpo y bajar el cortisol.
Reducir el cortisol de forma natural requiere un enfoque integral. Pequeños cambios en el estilo de vida pueden marcar una gran diferencia en la gestión del estrés y el bienestar general.
El estrés tiene un impacto profundo en el funcionamiento del suelo pélvico contribuyendo a una variedad de disfunciones que afectan tanto a hombres como a mujeres. La comprensión de esta conexión es fundamental para un tratamiento efectivo.
Adoptar un enfoque integral que combine fisioterapia, manejo del estrés y hábitos saludables puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida. Si experimentas síntomas relacionados con el suelo pélvico, busca la guía de profesionales especializados para un manejo adecuado y anímate a hacer cambios en tu estilo de vida.
Autora: Carla Villalobos, fisioterapeuta especialista en suelo pélvico
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